lunes, 28 de marzo de 2011

Del enchufe a la ruta



Tecnología. El viejo sueño de contar con un auto que funcione con sólo enchufarlo ya se hizo realidad. Y antes de lo pensado estos vehículos que contaminan poco y nada estarán rodando por las rutas argentinas.

PorMARINA AIZEN - Revista Viva - Clarín - 27-3/2011

Este fue un viaje de mierda", dice el ingeniero Esteban Ruiz de Galarreta mientras observa a su auto nuevo, rojo, brillante, que bien podría haber sido utilizado por un personaje como Batman. Y él no se refiere ni al estado de las rutas, al tránsito o a los piquetes, todas quejas comunes de nosotros, vulgares argentinos con bocaza sucia, sino al combustible con que se hizo funcionar este rodado: caca de chanchos. Con un montón de estiércol de puerco en un biodigestor se obtiene biogás, y con ese biogás, se hace electricidad. Y la electricidad luego sirve para alimentar las baterías de este coche, que tiene un original diseño de un asiento adelante, dos atrás y ninguna puerta. Una sola carga de fl uido eléctrico conseguido a fuerza de deposiciones porcinas puede hacer andar a este vehículo a100 kilómetros. Lo más interesante de todo, sin embargo, es que durante todo esos largos 100 kilómetros, este auto fantástico no castigó ni con un gramo de CO a nuestra 2 fragilísima atmósfera. 


Los autos particulares representan el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero, esas malditas emanaciones que recalientan el clima, provocando alteraciones a nivel mundial: no sólo porque hace más calor, sino también porque hay más fenómenos atmosféricos extremos, como lluvias y nevadas récord, sequías históricas, muertes de especies, etcétera. 

No es un escenario lejano, es presente, y por eso la industria automotriz a nivel mundial se está poniendo las pilas (literalmente las pilas) para cambiar el paradigma coche petróleo. 

No lo hacen porque son almas caritativas, sino porque cada vez hay un público más preocupado por el medio ambiente y porque hay varias realidades que van sumando a favor del auto eléctrico: las regulaciones de emisiones son cada vez más estrictas en los países centrales, hay más estímulos gubernamentales al desarrollo de energías limpias y ­lo que no es menos importante­ crece la incertidumbre sobre el precio del petróleo. Mire si no cuánto ha subido el barril de crudo desde que los egipcios se sacaron de encima una dictadura de 30 años. Todo el Medio Oriente está sentado sobre una revuelta en potencia o en movimiento. 



Este es, por lo tanto, el año del auto eléctrico. Lo demuestra lo ocurrido días atrás en el Salón del Automóvil de Ginebra, la exhibición más importante de la industria. Allí se presentaron más de una docena de modelos ­híbridos o 100% eléctricos­ de las marcas más impensadas. 
Por ejemplo, Rolls Royce, que fabrica coches para príncipes más que para plebeyos ambientalmente culposos, develó el 102 EX Phantom, una bestia mecánica con alcurnia y una autonomía de 200 kilómetros por carga. Nada despreciable. 


Barack Obama quiere que haya un millón de autos eléctricos circulando por las calles y rutas de EE.UU. en 2015 ­lo que queda acá nomás­ por lo cual el gobierno ofrece apetitosos incentivos impositivos a los consumidores interesados (se pueden descontar hasta 7.500 dólares del pago de impuestos). No por nada Nissan acaba de aterrizar allí con el Leaf, un coche de cinco puertas y una autonomía de 175 kilómetros. Nos hubiera gustado probarlo, pero en la Argentina no va a haber ningún ejemplar al menos hasta 2013. Por lo que se ve en videos promocionales, manejar un Leaf debe ser más parecido a jugar a la Wii que a andar por la calle. 



"A diferencia de los vehículos con motor a combustión, el Leaf usa un tren motor que no tiene escape y, por lo tanto, no emite CO u otros gases de efecto invernadero; además, está construido con una gran cantidad de materiales reciclables y reciclados, por lo que su impacto ambiental es mínimo respecto al de un auto convencional", cuenta Carlos Sucasas, gerente general de Nissan Argentina. 



Pero para no quedarnos frustrados, con la sensación de ver la nueva tecnología de lejos ­como cuando nos babeamos con el iPad 2 por internet­, llamamos al arquitecto Miguel Angel Bravo, que junto al ingeniero Ruiz de Galarreta, es el responsable del Nach 1, el auto tipo Batman del que le hablábamos al principio de esta nota. 
Y él muy amablemente lo llevó hasta Ciudad Universitaria, donde nos dimos el lujo de andar una vueltita. El bicho es raro, no sólo por su aspecto sino porque además está hecho de termoplástico, lo que no es otra cosa que plástico reforzado con fi bra de vidrio que ­según afirma nuestro entrevistado­ es diez veces más seguro que la chapa. Su auto no es el único hecho de nuevos materiales: el Tesla, rey de los autos Electriccos a nivel mundial (una gloria fabricada en California por uno de los fundadores de Paypal), está hecho con fi bra de carbono. Es que se buscan materiales cada vez más livianos para optimizar el rendimiento de la batería. Pero ya llegaremos a eso.
Sigamos. El Nach 1 es todavía un prototipo. Nació apenas en diciembre, en Pergamino, y luego se fue de paseo por las dunas de Pinamar, adonde lo probaron todo el verano. Al andar, produce un ruido como un viejo karting eléctrico, aunque el ingeniero Ruiz de Galarreta afirma que lo pueden hacer completamente silente. Al revés de un auto con un motor a combustión, éste tiene la particularidad de poder acelerar en segundos, pues para andar más rápido sólo hay que apretar el pedal. Adiós caja de cambios.

No sólo para éste, sino en todos los modelos eléctricos (¡el Tesla Roadster acelera a 200 km/h en 7 segundos!), que son mucho más sencillos mecánicamente.

En la Argentina hay varios que se han propuesto inventar autos eléctricos, pero Bravo sostiene que es el único que está en condiciones de producirlos en serie, si es que la presidenta Cristina Kirchner firma un decreto autorizando a su empresa, la Compañía Argentina de Automóviles Arqbravo SA, a abrir una terminal automotriz. Aun con la incertidumbre de si el gobierno tomará o no esta medida política, él sueña con ver sus modelos patentados y andando para fines de este año. Además del Nach 1, tiene un buggy, bien canchero y deportivo, y el Rod On, una especie de Smart eléctrico, un autito pensado para emular el modelo de bicing, como el que se empezó a implementar en la Ciudad de Buenos Aires con las bicis de alquiler: uno se sube en un barrio determinado y lo deja en otro, como si hubiera manejado un taxi por un rato.

Una solución para la ciudad

Los autos eléctricos suenan muy lindos, ideales, pero hay datos ineludibles de la realidad: una, son caros; la otra: no están hechos ­por ejemplo­ para irse un fi n de semana a la Costa. Es que en la mitad de la ruta 2 se quedarían sin fluido eléctrico en las baterías. Y aun si encontrara un enchufe a mitad del camino, infraestructura que aún no existe, tardaría de 6 a 8 horas recargarlo. Por algo este tipo de vehículos no han hecho furor en el mercado todavía. GM tuvo un modelo en los `90 que se encargó de matar ­una historia que dio bastante tela para cortar en materia de una supuesta conspiración de los intereses petroleros: vean en YouTube Who killed the electric car?­ , y hasta que Toyota no apareció con el Prius ­un híbrido de los que los competidores se mofaban­ no se volvió a hablar mucho más del tema. 

Ahora, para suplir la desventaja de la falta de autonomía del coche eléctrico, se marketinean como "city cars", o sea, como autos para andar por la ciudad en el día y dejar enchufado ya sea mientras están estacionados o por la noche en casa. 

Estos bichos eléctricos tienen la autonomía que les permite conseguir las baterías que tienen. El Nach 1 tiene ­por ahora­ una de plomo ácido (una invención con más de un siglo), pero los nuevos modelos que están saliendo vienen con una de ion-litio, como las que usan los celulares y los juguetes. Y aquí viene lo más interesante.

El 85% de las reservas mundiales de litio están en un triángulo ubicado entre Bolivia, Chile y Argentina. En la soledad de la Puna, donde sólo sopla el viento, yace el futuro. 

Sony fue la compañía que inventó la batería de litio en los `90. Duran cinco veces más que las de plomo y son reciclables, pero trabajar con litio tiene su chiste: hay que hacerlo con mucho cuidado, porque si entra en contacto con agua, se libera hidrógeno y quedan inutilizadas. Esto es lo que nos cuentan en pleno barrio Mondongo, en el INIFTA, un instituto de investigación dependiente de la Universidad de La Plata, donde un equipo de bochos científicos (algunos recién repatriados) trabaja en el proyecto de la batería de litio nacional. 

Antes de hablar de aspectos técnicos, el químico Arnaldo Visintín se pone a sacar cuentas. "La tonelada de carbonato de litio se vende en el mercado internacional a entre 5 y 6 mil dólares. Sólo el 3% queda para la provincia. Para una batería de ion-litio necesitás sólo cinco kilos de litio. Si comprás la batería afuera, te sale unos 25 mil dólares. Las grandes automotrices se llevan el litio a granel y nosotros les vamos a comprar las baterías a ellos", dice. 

"Tenemos una posibilidad histórica ­agrega­. La Puna es la futura Arabia Saudita." El equipo de Visintín está trabajando en un proyecto con tres fases. Primero deben construir una batería de ion-litio. 

Segundo, hacer un soft para medir el funcionamiento de esa batería y, tercero, hacer una batería capaz de hacer funcionar un auto. "Apuntamos a hacer algo mejor que lo que existe hoy", apunta Beatriz Castro, una de las científi cas. Por ejemplo, mejorar los tiempos de carga y la durabilidad de la batería. 

Hay muchos desafíos por delante, como incorporar nanopartículas a las pilas para mejorar la densidad de la energía. Muchos laboratorios en el mundo están trabajando en nuevos tipos debatería, combinando litio con aire. Y sueñan con un litio orgánico, obtenido del maíz. Pero para eso falta.
La pregunta de sentido común es simple: si la electricidad que se usa para cargar el auto es más chancha que la caca de chancho, ¿no estás trasladando el caño de escape del auto a la usina? Y la respuesta es un no, porque un litro de nafta usado para generar electricidad es consumido más efi cientemente por un auto a motor eléctrico que un litro de nafta quemado en un motor a combustión.
Además, el auto eléctrico tiene la posibilidad de usar energía generada por fuentes diversas, desde el carbón horripilante hasta la prístina energía solar.
El impetuoso arquitecto Bravo tiene una visión aún más original del asunto: habla de usar el auto eléctrico no sólo como modo de transporte, sino también como un método de almacenamiento químico de la corriente. Expliquemos: así como las centrales nucleares e hidroeléctricas tienen que "tirar" la energía que producen de noche (no se pueden apagar), el coche se carga de fl uido a las horas más baratas. Así, si se corta la luz uno puede enchufar la casa al auto, en vez del auto a la casa. Según sus cálculos, el rodado tiene poder sufi ciente para alimentar durante dos días a una casa promedio, con heladera con freezer. "Con convertir el 2% del parque automotor argentino ­o sea, 150.000 autos­ podés acumular la energía equivalente a la que generan diariamente dos Atuchas o un Yacyretá", se entusiasma.
Dice todo esto mientras en su fábrica de la calle Cucha Cucha tiene una fase de electricidad apagada: hubo un corte.
Imaginemos cómo sería una ciudad como Buenos Aires con transporte o autos eléctricos: no habría ruido a motores ni horribles fl atulencias emanadas por caños de escape, de ésas que nos hacen toser y nos enferman. Para ir probando cómo sería la ciudad del futuro, alcanza con pararse detrás de la unidad del 152 que circula por Santa Fe con el ecobus, un prototipo híbrido que funciona a biodiesel y energía eléctrica. Fue fabricado gracias a un convenio entre una empresa privada ­Tatsa­ y la ciudad. Costó unos 420 mil dólares, mucho menos del millón que pagó Nueva York por un bus similar. Cada vez que el conductor frena, recarga las baterías. "Apostamos a que esta tecnología reduzca las afecciones respiratorias que produce la combustión de gases, que se consuma menos combustible fósil y se reduzca la contaminación sonora", cuenta Diego Santilli, ministro de Espacio Público porteño.
¿Una urbe respirable? ¿Donde sólo se escuchen los bocinazos? Tecnológicamente, ya es posible. Pero habrá que esperarla.



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